Más de la mitad de las muertes súbitas cardiacas (58,6%) se producen en los propios hogares, lo que afecta negativamente al pronóstico final, ya que cada minuto que pasa sin actuar ante una parada cardiorrespiratoria disminuye un 10% la probabilidad de supervivencia, según advierte el doctor Fernando Rosell, miembro de la Sociedad Española de Cardiología (SEC).

El inicio de la atención en los primeros ocho minutos se relaciona con una mayor probabilidad de llegar a ingresar en el hospital, y cada minuto que pasa disminuye un 10% la probabilidad de supervivencia.

"En consecuencia, el intervalo de intervención entre la detección de la parada y la llegada de los equipos de emergencias es mayor, a la vez que se reduce la aplicación de técnicas de reanimación previas", señala Rosell.

Este estudio fue realizado entre el 2008 y el año 2012 en 4.072 pacientes (72% hombres) con diagnóstico de muerte súbita cardiaca, registró una incidencia estimada de 14,6 eventos por 100.000 habitantes y año. De los casos estudiados, el 65,4% se declaró fallecido y un 10,2% sobrevivió a la PCR con buen resultado neurológico. 

Cabe destacar que la mayor supervivencia se relacionó con un ritmo inicial desfibrilable, PCR presenciada e intervenciones previas a la llegada del equipo de emergencias, y con la realización de intervencionismo coronario percutáneo como parte de los cuidados pos-resucitación.

Este estudio destaca que el uso de desfibriladores automáticos fue bastante escaso, a pesar de que un 25% de los casos tenía ritmos iniciales desfibrilables. 

"La fase previa a la llegada de los equipos de emergencia ha demostrado ser crítica para la supervivencia, y es por tanto el área donde deben centrarse los esfuerzos de mejora", señalan desde la Sociedad Española de Cardiología, que reclama la integración de las técnicas de reanimación cardiopulmonar en el currículum educativo, así como la mayor implantación de desfibriladores automáticos externos (DAE) en los lugares públicos.

"Debemos ser conscientes de la necesidad de tener desfibriladores en todos los espacios públicos, que es algo que ahora mismo no hay. Y, avanzando, las comunidades de vecinos grandes, o apartadas de las ciudades, también deberían tener uno, ya que para ellos va a significar ganar tiempo. El desfibrilador, con una sola vez que se use, ya está más que amortizado", advierte Rosell.