Los científicos de este trabajo analizaron factores bioquímicos e identificaron diferencias en las proteínas de la sinapsis de la corteza parietal entre los pacientes con y los que no tienen manifestación de demencia. Específicamente, los pacientes con EA en fase inicial presentaban elevadas concentraciones de oligómeros solubles beta-amiloide (Abeta) sinápticos en comparación con los controles que no presentan demencia pero muestran signos de EA.

Los investigadores analizaron muestras de autopsia de diferentes regiones en el cerebro (parietal, parietal superior, la corteza entorrinal y el hipocampo) de 46 pacientes que fueron clasificados en grupos segúnn criterios clínicos y patológicos: cuatro controles ancianos cognitivamente normales, dos pacientes con ataxia espinocerebelosa tipo II, 15 pacientes sin historial clínico de demencia, pero con signos histopatológicos de la patología relacionada con la EA (controles de alta patología), y 24 pacientes que estaban clínicamente dementes e histopatológicamente diagnosticados con EA.

Los pacientes con estadio temprano de EA se distinguieron de los de etapas posteriores. Los investigadores observaron un aumento en la concentración de Abeta sináptica asociado con el incrmento de etapas neuropatológicas de la enfermedad y los niveles de Abeta sináptica se correlacionan altamente con la ocurrencia de la placa.

Siguientes investigaciones estudiaron cómo los niveles de Abeta están relacionados con la demencia clínica midiendo los oligómeros solubles asociados a sinapsis, conocidos como oAbeta en la corteza parietal, cuyos niveles no se correlacionaron con los recuentos de placas de Abeta. Sin embargo, los niveles de oAbeta sináptica en las primeras etapas de EA, pero no la última etapa de la EA, esban significativamente elevados en relación con ambos grupos neuropatológicamente normales y altos de patología.

Los investigadores analizaron el calendario de los cambios bioquímicos, señalando que otros expertos han encontrado pruebas de que los oligómeros solubles de Abeta son los péptidos tóxicos primarios que inician la patología tau aguas abajo como parte de la hipótesis de "cascada amiloide" de la EA.

Estos expertos detectaron la acumulación de Abeta sináptica en las etapas más tempranas de la placa, antes de la aparición de la sináptica p-tau, que estaba generalmente ausente hasta la fase tardía de la EA. Niveles de Abeta y tau se correlacionan mejor en las muestras de la corteza entorrinal y el hipocampo, las regiones del cerebro que se ven afectadas más temprano en la EA que la corteza parietal.