Los seres humanos, las plantas y los animales, como todos los organismos eucariotas con reproducción sexual, cuentan con un proceso de división celular conocido como meiosis, crucial para la reproducción.
El comportamiento de los cromosomas durante esta división es importante porque evita la aparición de trastornos genéticos en la descendencia.

Los científicos españoles demuestran la existencia de un mecanismo de control específico de la recombinación durante la meiosis, que permite a los organismos eucariotas poder variar la composición genética de su descendencia.

En el estudio se utilizó la especie vegetal Arabidopsis thaliana. "El uso de plantas ha contribuido y continúa aportando una información muy valiosa en la investigación básica para entender esta división celular", afirma Mónica Pradillo, del departamento de Genética de la

Complutense y una de las autoras del estudio.Arabidopsis tiene uno de los genomas más pequeños conocidos en plantas superiores, un ciclo de vida de solo dos meses y dimensiones reducidas, pero presenta las características típicas de otras angiospermas (plantas con flores).

Por eso mismo, los resultados de la investigación son potencialmente extrapolables a otras especies vegetales.

Durante la primera división meiótica, los cromosomas homólogos forman asociaciones en las que intercambian información de forma recíproca y a consecuencia de ello se producen nuevas combinaciones genéticas en cada par de estos cromosomas.

Los intercambios recíprocos de información entre los cromosomas homólogos se denominan sobrecruzamientos.

En general, suelen producirse de uno a tres en cada par cromosómico, pero el número de roturas del ADN (necesarias para que se produzcan dichos intercambios) es mucho mayor.

Determinadas anomalías genéticas pueden tener su base en fallos de estos sobrecruzamientos.
El control en el número de sobrecruzamientos "parece regirse por un mecanismo compartido por organismos tan diferentes como las levaduras, los ratones y las plantas", asegura la científica.

"En el artículo se incluyen evidencias que apuntan al mantenimiento de un número constante de sobrecruzamientos pese a la existencia de variaciones en la cantidad de roturas del ADN de doble cadena", añade.

Este control se ha descrito previamente en ratones, pero no en plantas y, aunque se desconoce, es posible que pueda existir en la especie humana, según la autora.
En la investigación han participado también las universidades de Birmingham y de Carolina del Norte.