Los investigadores de este estudio compararon los cambios que se producían a lo largo de los años en personas con un deterioro cognitivo leve y en pacientes cuyo deterioro cognitivo había provocado la aparición de la enfermedad de Alzheimer.

Así, comprobaron que las diferentes áreas cognitivas, tales como las funciones de la lengua, la inhibición o la memoria de trabajo, no cambiaban de manera uniforme, es decir, que el deterioro cognitivo no se producía de manera lienal, sino que la ruta de desarrollo de la demencia era compleja y se caracterizaba por periodos de estabilidad, seguidos de procesos de disminución acelerada de la función cognitiva durante uno o dos años antes del diagnóstico.

"Estos resultados pueden ser esperanzadores para muchas personas mayores que están preocupadas por su memoria, ya que hemos comprobado que la presencia de un cambio es lo que determina el riesgo de progresión de Alzheimer. 

El estudio ha permitido identificar tanto los síntomas benignos como los que merecen especial antención. El Alzheimer afecta a entre un 5 y un 15% de la población mayor de 65 años, aunque también puede afectar a pacientes más jóvenes. De hecho, esta enfermedad representa más del 50% de todas las demencias.