La cafeína, un estimulante del sistema nervioso central, tiene propiedades neuroprotectoras y consigue suprimir la producción de sustancias químicas implicadas en la respuesta inflamatoria de la esclerosis múltiple. 

Así lo han constatado investigadores del Instituto Karolinska (Suecia), que han visto que el consumo elevado de café al día (de más de 900 mililitros o unas seis tazas) puede asociarse a un menor riesgo de esclerosis múltiple, según los resultados de un estudio publicado en la revista 'Journal of Neurology Neurosurgery & Psychiatry'.

Los investigadores basan sus conclusiones en dos estudios de poblaciones representativas, uno en Suecia con 1.620 adultos con esclerosis múltiple y un grupo control con 2.788 participantes, ajustando los datos por edad y sexo; y otro en Estados Unidos que incluyó a 1.159 pacientes con esclerosis múltiple y 1.172 personas sanas.

En ambos trabajos se preguntó a los participantes por su consumo de café. Así, en el estudio sueco se les pidió que cuantificaran las tazas que bebían a diario y durante diferentes etapas, midiendo el consumo desde que tenían entre 15 y 19 años hasta que tenían más de 40 años.

Mientras que en el estudio realizado en Estados Unidos se les preguntó por su consumo máximo diario, y los que dijeron que bebían una o más tazas se les pidió que recordaran qué edad tenían cuando comenzaron a beber café regularmente.

Los investigadores utilizaron toda esta información para estimar el consumo de café de los participantes antes de que comenzaran los síntomas de la esclerosis múltiple y lo compararon con el de los participantes sanos.

Así, los resultados mostraron que en ambos estudios el riesgo de esclerosis múltiple fue consistentemente más alto entre quienes a diario bebían menos café, incluso después de tener en cuenta algunos factores que pueden influir en la aparición de la enfermedad, como el tabaco o el peso en la adolescencia.

En el estudio en Suecia, el consumo de café se asoció a un menor riesgo de esclerosis múltiple tanto al inicio de los síntomas como de cinco a diez años antes, con un riesgo entre un 28 y 30 por ciento menor en quienes tomaban a diario más de seis tazas de café.

CUANTO MÁS BEBÍAN, MENOR ERA EL RIESGO
Unos resultados similares se encontraron en el estudio llevado a cabo en Estados Unidos, ya que el riesgo fue entre un 26% y 31% menor entre quienes consumían una media de 948 mililitros diarios cinco años antes y cuando debutaron los síntomas, frente a quienes no bebían café. Y cuanto mayor era la ingesta de café, menor era el riesgo, según vieron.

Los autores reconocen que se trata de un estudio observacional por lo que no se pueden extraer conclusiones definitivas sobre una relación causa-efecto, si bien respaldan los trabajos realizados con animales que apuntan a posibles efectos protectores de la cafeína en ésta patología, al igual que en otras enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer o el Parkinson.