El Grupo Oncológico para el Tratamiento y Estudio de Linfomas propone que este plan incluya una serie de procedimientos normalizados de trabajo para el diagnóstico y el tratamiento de esta enfermedad, lo cual requiere la cooperación de múltiples disciplinas.

La enfermedad se manifiesta frecuentemente con afectación de los ganglios linfáticos, que se encuentran en abdomen, ingle, pelvis, axilas, tórax y cuello, aunque también puede verse afectado un órgano concreto como, por ejemplo, el estómago.

Por eso, es fundamental incidir en la importancia de realizar un seguimiento más preciso y no catalogar directamente la presencia de ganglios inflamados como una enfermedad infecciosa que ha podido pasar sin antibióticos.

Si se sospecha de la existencia de un linfoma, debe realizarse un amplio diagnóstico diferencial con otro tipo de enfermedades virales o bacterianas e, incluso, enfermedades reumatológicas.

El diagnóstico de certeza adecuado se obtiene mediante anatomía patológica a partir de una biopsia de ganglio completo (se extrae el ganglio afectado para su análisis). “Es importante, destaca, que haya patólogos expertos en este tipo de enfermedades oncológicas para reducir el riesgo de error".

Los expertos explican que es una enfermedad de difícil diagnóstico ya que están implicados los servicios de radiodiagnóstico, medicina nuclear, cirugía general, cirujía maxilofacial y otorrinología. 

A nivel nacional, estas enfermedades son tratadas por oncólogos y hematólogos en función de los hospitales y las comunidades autónomas.

Para los expertos de GOTEL, el abordaje multidisciplinar resulta clave en el diagnóstico y el tratamiento de esta patología porque, al haber múltiples especialidades implicadas, el trabajo coordinado es fundamental, de manera que cualquier médico pueda detectar a tiempo un linfoma.