La investigación, publicada en la edición digital de 'Science Translational Medicine', destaca que se está trabajando con 'drones' de tamaño nanométrico que ofrecen un tipo especial de molécula para curar los depósitos de grasa en las arterias podría convertirse en una nueva forma de prevenir ataques cardiacos causados por la aterosclerosis.

En el estudio, las nanopartículas biodegradables, cargadas con una molécula que promueve la curación, se inyectaron en ratones con aterosclerosis avanzada. Las nanopartículas fueron diseñadas para dirigirse a los puntos calientes de la aterosclerosis en las arterias.

Alrededor del 70% de las nanopartículas se implantó en las placas ateroscleróticas y liberó lentamente el fármaco. En estos roedores, se reparó el daño a las arterias, dando lugar a una placa que, en los seres humanos, sería menos probable que causara ataques al corazón.

La aterosclerosis es impulsada por la inflamación que se desacopla de la respuesta normal de reparación del cuerpo. En esencia, las partículas que contienen grasa (llamadas lipoproteínas de baja densidad o LDL) que se pegan a las arterias actúan como astillas en la piel, pero mientras que la piel se repara una vez que se eliminan esas astillas, los depósitos de LDL pueden durar indefinidamente y nunca empieza la curación.

Estos puntos calientes inflamados y dañados son la razón por la que la aterosclerosis provoca ataques cardiacos. Estos sitios son propensos a romperse y cuando sucede, se forman coágulos sanguíneos alrededor de la ruptura y obstruyen el flujo sanguíneo al corazón.    

Muchos investigadores están tratando de desarrollar medicamentos que prevengan los ataques al corazón apisonando la inflamación, pero este enfoque tiene algunas desventajas, dice uno de los principales autores del estudio, el investigador de Columbia sobre aterosclerosis Ira Tabas, profesor de Medicina (Inmunología) y de Patología y Biología Celular.

"Una de ellas es que la aterosclerosis es una enfermedad crónica, por lo que los medicamentos se toman durante años, incluso décadas. Un medicamento antiinflamatorio que se distribuye por todo el cuerpo también daña la capacidad del sistema inmunológico de combatir la infección", explica Tabas, quien ya señaló en 'Science' en 2013 que esto podría ser aceptable para patologías que afectan gravemente a la calidad de vida, como la artritis reumatoide, pero que no vale la pena correr el riesgo para prevenir un ataque al corazón que puede que nunca suceda.

Además, no es suficiente suministrar un medicamento antiinflamatorio a las placas, dice la investigadora de Columbia Gabrielle Fredman, una de las principales coautoras de este trabajo. "La aterosclerosis no es sólo la inflamación; también hay daños en la pared arterial, explica la experta. Si no se repara el daño, es posible que no se prevengan los ataques al corazón".