La "proteína tau", originada en el cerebro, se ha ligado al daño cerebral en el Alzheimer y otras enfermedades neurológicas. En la investigación se ha demostrado que el mal sueño eleva la probabilidad de padecerlo al provocar que crezcan dos proteínas ligadas a dicha enfermedad.

Los cerebros de las personas con Alzheimer están salpicados de placas de proteína "beta amiloide" y enredos de "proteína tau", que en conjunto desencadenan que el tejido cerebral se atrofie y muera.

La mitad de los participantes fueron elegidos al azar, y mientras dormían profundamente, los científicos les enviaban pitidos cada vez más fuertes. La otra mitad durmió tranquilamente sin ser despertados. Al día siguiente, los participantes que habían dormido con pitidos, se sentían cansados por el sonido de onda lenta que habían escuchado y no recordaban que habían sido despertados durante la noche. Además, se sometieron a una punción espinal para comprobar sus niveles de "amiloide" y "tau".

Un mes después se repitió el proceso, a los primeros, que habían dormido bien durante toda la noche, se le realizó lo mismo que a los segundos, que habían sido despertados con los pitidos.

Los investigadores compararon los niveles de "amiloide" y "tau" de los primeros y los segundos, y encontraron un aumento del 10% después de una noche de sueño interrumpido, pero ningún incremento de los niveles de "tau". Sin embargo, los pacientes que declararon haber dormido mal en su casa, si vieron aumentados los niveles de "tau".

Es improbable que una sola noche o, incluso una semana durmiendo mal, tenga efecto en el riesgo de desarrollar Alzheimer, sino que la principal preocupación son los pacientes con problemas crónicos del sueño.

Estudios anteriores han demostrado que el sueño escaso está relacionado con los problemas cognitivos, señal de advertencia temprana para saber que hay probabilidad de padecer Alzheimer.