En 1992 se creó el Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre el cambio climático, un acuerdo internacional que, a día de hoy, está aceptado por prácticamente todos los países del mundo, y cuyo objetivo es que los Gobiernos controlen el vertido de gases de efecto invernadero a la atmósfera y que se tomen las medidas adecuadas para realizar un seguimiento efectivo del problema.

En la misma línea, en 1997 se aprobó el Protocolo de Kyoto, aunque no entró en vigor hasta 2005: el objetivo de este protocolo era que los países disminuyeran sus emisiones de gases entre un 5 y un 8% en re-lación con las emisiones que virtieron en 1990. Se trató de un peque-ño primer paso, pero sin duda fue crucial para iniciar el camino del cambio en los países industrializados.

La Unión Europea también está trabajando en la lucha por el cambio climático: la totalidad de los Estados miembros han acatado el Protocolo de Kyoto y en el año 2000 se puso en marcha el programa europeo sobre el cambio climático, que incluye 42 medidas para reducir las emisiones de los países de la Unión. Se trata de medidas encaminadas a reducir el impacto de Europa sobre el clima.