Oxfam Intermón ha estado en  Burkina Faso, uno de los países más pobres del mundo y ha conocido a Pascaline, una mujer agricultora. Es un nombre propio entre los millones de personas que sufren las consecuencias del cambio climático en sus vidas. En un país en el que el 80% de su población vive de la agricultura y de la ganadería, que el clima sea totalmente impredecible supone que su subsistencia peligra. Porque el cambio climático afecta más a quienes tienen menos.

Es realmente importante que todos los países reduzcan las emisiones de carbono, y es vital que proporcionen recursos financieros para la adaptación de quienes no lo provocan. Los países más poderosos y principales emisores de gases de efecto invernadero miran hacia otro lado ante las graves consecuencias del cambio climático.

España es el tercer país de la Unión Europea que más ha aumentado sus emisiones desde 1990. Sólo en 2015 se incrementó un 3,2% respecto al año anterior. Nuestro país ha aportado menos del 1%  de lo que necesario para que las personas más pobres puedan adaptarse a las consecuencias del cambio climático. Según las estimaciones de Oxfam Intermón, la cuota justa que España debería asumir es de cerca de 500 millones de euros.

Pascaline es una entre los 3.600 millones de personas más pobres del planeta, y aunque solo es responsable del 10% de las emisiones causantes del calentamiento global, sufre sus consecuencias más dramáticas.

Pero en un mundo en el que la desigualdad extrema está fuera de control y las reglas se hacen para una minoría que acumula poder y riqueza, tiene escasas posibilidades de hacerse oír. La exclusión política de las personas más pobres significa que apenas tienen posibilidades de hacer valer sus derechos.

Ella no está en las cumbres en las que año tras año los líderes mundiales deciden no hacer nada o toman decisiones que incumplen. No permitas más excusas y firma para cambiar la realidad.