El coste medioambiental de los incendios es muy elevado, ya que un bosque quemado necesita decenas de años para regenerarse. Pero es todavía más grave que arda un bosque primario porque son bosques completamente vírgenes que actúan como pulmones verdes del planeta.

En la Amazonia los bosques primarios están protegidos, sin embargo, es habitual que se provoquen incendios de forma intencionada. El objetivo es utilizar las tierras quemadas para el cultivo o la ganadería. Esta es la causa principal de la desaparición de los últimos bosques vírgenes, que se destruyen sin pausa y de forma irreversible.

El cambio climático, por otra parte, aumenta el riesgo de incendios. Por eso, científicos y organizaciones ecologistas como Greenpeace están preocupados por los países mediterráneos que soportan temperaturas cada vez más altas. El calor excesivo puede hacer que una simple chispa se convierta en incendio.

Cuando se quema un bosque no sólo perdemos su capacidad de absorber carbono, sino que además, lo convertimos en un  gran emisor de gases de efecto invernadero, que es la principal causa del cambio climático.