Cualquier actividad conlleva casi siempre un nivel de sonido más o menos elevado. Según el tipo, duración, lugar y momento en el que se produce, el sonido puede resultar molesto, incómodo e incluso alterar nuestro bienestar. En ese caso se denomina ruido y se considera contaminación.

En las grandes ciudades la contaminación acústica es un factor medioambiental muy importante que afecta a la calidad de vida de las personas. La causa principal de la contaminación acústica es la actividad humana: el transporte, la construcción de edificios y las obras en general o las actividades relacionadas con el ocio. 

Un informe de la organización mundial de la salud considera los 50 decibelios como el límite superior deseable. 

El ruido es un agente perturbador en nuestras vidas. Aunque es difícil que los niveles sonoros ambientales nos dejen sordos, sí pueden afectar a nuestro sistema auditivo y a nuestra salud en general. La exposición prolongada a sonidos fuertes puede acarrear problemas físicos como el dolor de cabeza o la hipertensión y sicológicos como la depresión o el estrés.