Bruselas estudiará en las próximas semanas cuál sería el "mejor enfoque" para este impuesto, que podría cobrarse a la industria al inicio del cliclo de producción o al final de la cadena de consumo, es decir, al comprador.

Si bien, podrían incluirse exenciones cuando el uso de plástico sea de "interés general", como sucede con los cartones de leche, necesarios por motivos de higiene y salud.

Con esta nueva medida la Comisión Europea tiene previsto obtener nuevos recursos en el próximo marco presupuestario plurianual a partir de 2020, cuando la salida del Reino Unido dejará un agujero de entre 12.000 y 15.000 millones de euros en las arcas europeas.

Para Bruselas el consumo de plástico en la UE es "demasiado alto" y los desperdicios generados se han trasladado tradicionalmente a terceros países para ser reciclados o reutilizados, en particular a China. Sin embargo, desde el 1 de enero este país ha cerrado sus puertas a los desechos plásticos de otras partes del mundo, por lo que Europa deberá encontrar alternativas para evitar el perjuicio que genera sobre todo a los océanos y su ecosistema.

Al margen de su objetivo ambiental, la iniciativa se enmarca también dentro de los esfuerzos de la Comisión por encontrar nuevas fuentes de financiación para el presupuesto, dónde Bruselas apuesta por considerar la introducción tasas relativas al medio ambiente.