Cada año, cientos de personas, tanto del propio país como turistas, viajan hasta esta provincia peruana para asistir a este polémico festival que se celebra en septiembre y que forma parte de una celebración religiosa en honor a Santa Efigenia, donde el gato no se considera una mascota sino un auténtico manjar.

Los gatos destinados a ta cruel práctica son criados en jaulas para luego ser cocinado y las personas, afines a su consumo, consideran que tiene muchos contra el asma y la anemia, según recoge el canal RT en Español.

En 2013, una corte local dictó un fallo que prohíbe esta práctica, al considerar que el evento "fomenta la violencia" al involucrar "actos crueles contra animales" y que produce "un grave daño social y a la salud pública".

Pero, desafortunadamente, un año más se ha celebrado sin problema y sin ninguna oposición por parte de defensoras o protectoras que luchan por los derechos de los animales.