Obama ha publicado un artículo en la revista Sciencie, titulado "El impulso irreversible de la energía limpia" en el que pide a su sucesor en la Casa Blanca, Donald Trump, que no evite la tendencia "irreversible" hacia un mundo de energías limpias.

En el artículo ha asegurado que "la creciente evidencia económica y científica hace estar seguro de que las tendencias hacia una economía de energía limpia continuaran" y ha recordado que, aunque Trump  podrá crear su propia ley de cambio climático, no debería tomar esta como una "cuestión partidista".

También, ha aconsejado al presidente electo, que tomará posesión del cargo el 20 de enero de 2017, que no se "aleje" del Acuerdo climático de Paris porque "perdería su lugar en la mesa para mantener a otros países en sus compromisos, exigir  transparencia y alentar la ambición".

Barack Obama cree fehacientemente que la salida del acuerdo "socavaría" los intereses económicos del país y los "alejaría de la oportunidad de hacer responsables a los países que representa dos tercios de las emisiones globales" como China, México o algunos países de la UE.

El efecto causado por la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de EE.UU. ha irrumpido en la acción climática global del futuro. 

Trump, que ha llegado a asegurar que el cambio climático es "un cuento chino", ha amenazado con sacar al país del Acuerdo de París en cuanto llegara al poder.

Sin embargo, en los últimos días ha manifestado que estaba estudiando el pacto del clima y que quizá hubiera alguna conexión entre la actividad humana y el calentamiento global.

A pesar de la decisión que tome, economistas del clima como Nicholas Stern han apaciguado la situación y han asegurado que las distintas ciudades y Estados que conforman el país seguirán adelante con la lucha a pesar de la decisión de su presidente.

Stern también ha recordado que el próximo secretario de estado, Rex Tillerson, ha reconocido la ciencia del clima y se ha mostrado a favor de una tasa para el carbono.

El cambio climático es un hecho que se puede apreciar en la subida de la temperatura global que rompió records de calor en 2016 y que trae como consecuencia el deshielo del Ártico, donde la superficie helada ha marcado mínimos históricos.