La Comisión Ballenera Internacional prohibió la caza comercial de cetáceos en 1986 para evitar su extinción, pero según afirman los expertos, las poblaciones de algunas especies de ballenas, como la ballena azul, la franca austral y el rorcual común, no se habrían recuperado en 2100 pese a estas medidas.

La co-autora del estudio, Viv Tulloch, de la Universidad de Queensland y la institución científica gubernamental CSIRO, ha explicado que el estudio se basó en el análisis de datos de la caza histórica de ballenas, el acceso a alimentos y los efectos del cambio climático.

Ante todo esto, las organizaciones pretenden proteger a estas especies de ballenas como la azul, la franca austral y el rorcual común, porque prevén que pueden llegar a menos de la mitad debido a esa explotación y el ritmo lento de crecimiento y la intensidad de su caza histórica.

Por el contrario, los expertos destacaron la evolución de la población de yubartas o ballenas jorobadas, que se recuperarán completamente para el año 2050.

Normalmente, la ballena franca autral tiene una cría cada dos o tres años, mientras que la jorobada la tiene cada año, de ahí el lento periodo de reproducción.

De las 83 especies de ballenas que existen en todo el mundo, diez de las de gran tamaño habitan las aguas del hemisferio sur, de las cuales siete se alimentan cerca de la Antártida en verano y crían en aguas tropicales y subtropicales en invierno y primavera.

Los datos del estudio muestran que todas las especies de ballenas grandes, excepto la ballena franca pigmea, se cazaron en el Atlántico Sur y, en algunas épocas, especialmente entre los siglos XVII y XIX, sus poblaciones resultaron seriamente diezmadas, por este motivo, en 1986, la Comisión Ballenera Internacional prohibió la caza comercial de cetáceos para evitar su extinción.