Nueve de los casi cuarenta linces liberados desde 2009 en las comarcas del Guadalmellato (Córdoba) y Guarrizas (Jaén) para consolidar una nueva población de este felino han fallecido, tres de ellos, atropellados; otros dos, atrapados en cepos; uno más ahogado en una balsa de riego y otros tres por enfermedad o causas no aclaradas, según datos de los planes de conservación de esta especie.

Estos datos apuntan a que las causas de origen humano son las principales responsables de la mortalidad del lince ibérico en esta primera reintroducción para que colonice nuevos territorios. Todo ello a pesar de los trabajos previos de exploración que llevaron a cabo los equipos para elegir las zonas de menor amenaza para el animal, en peligro crítico de extinción.

Además de estos tres atropellos, ocurridos en la carretera comarcal Adamuz-Obejo y en la de Adamuz-Villanueva, al menos otros dos linces ibéricos han muerto en el Guadalmellato tras quedar atrapados por cepos ilegales que se siguen colocando para el control de depredadores en esta zona, pese a ser una práctica ilegal.

Muertes polémicas
Uno de los tres linces atropellados en esta reintroducción fue "Guarrizas", un valioso cachorro puesto que era uno de los dos únicos ejemplares nacidos en el primer parto logrado en este proyecto, cuyo cadáver se localizó el 30 de noviembre de 2010.

Otra muerte polémica fue la de "Grazalema", nacida en cautividad y liberada el pasado diciembre en Guarrizas (Jaén), donde se realiza la segunda reintroducción de lince ibérico, cuyo cadáver fue hallado en agosto pasado dentro de una jaula-trampa colocada para capturar depredadores en Castellar de Santiago, al sur de Ciudad Real, donde esta actividad estaría prohibida al ser declarada precisamente área crítica para el lince.

A estas dos bajas se sumó, en marzo del 2011, la de "Charqueña", madre "Guarrizas", muerta por furtivismo tras quedar atrapada en un cepo colocado cerca de la zona de suelta, una práctica prohibida por la legislación ambiental andaluza.