Para aliviar los elevados niveles de contaminación en sus calles más céntricas, Bruselas introdujo, el 1 de enero, un sistema que irá endureciendo progresivamente las condiciones para el acceso de los vehículos más contaminantes hasta 2025.

El Ayuntamiento de la capital belga ha iniciado el sistema para determinar qué coches pueden entrar en la zona de bajas emisiones, que cubrirá toda la región salvo la autopista circular de unos 75 km que rodea al territorio y pasa también por las regiones colindantes de Flandes y Valonia.

Se producen hasta 75.000 muertes prematuras cada año en Europa por las emisiones contaminantes de motores, según los datos que recoge la OMS.

Lo que ha motivado a Bruselas a sumarse a estas restricciones son, a parte de por la salud pública y el coste sanitario que suponen las enfermedades respiratorias, el incremento de los límites europeos de dióxodo de nitrógeno y varios casos judiciales abiertos por la contaminación del aire.

Así, se instalarán cámaras de seguridad que detectarán el número de la matrícula y así comprobarán si cumple los requisitos exigidos. De momento, en la ciudad se han puesto 176 cámaras y se prevé tener más de 200 para finales de 2018.

A partir del 1 de octubre, cuando acabe el periodo de transición, los infractores deberán pagar una multa de 350 euros, aunque también se podrá adquirir un pase diario por 35 euros para necesidades puntuales, tan solo ocho veces por vehículos al año.

El Ayuntamiento de Bruselas calcula que tan solo el 0,5 % de los vehículos registrados en la ciudad se verán afectados por las restricciones en 2018, pero este porcentaje aumentará al 25 % en 2022 y al 33 % en 2025.

En 1996, Suecia fue el primer país europeo en el que Estocolmo, Gotemburgo y Malmö pusieron en marcha zonas de bajas emisiones. Desde entonces, cada vez más ciudades y regiones han implantado este sistema hasta llegar a 227 zonas de bajas emisiones distribuidas por buena parte de la Unión Europea, según un estudio de la Agencia para el Medio Ambiente y el Control de la Energía francesa.

Para el concejal de la región holandesa de Gelderland y miembro del Comité Europeo de las Regiones, Michiel Scheffer, la auténtica transición ecológica será el cambio a los coches de cero emisiones y, en particular, la tendencia a la baja de los precios de estos vehículos para que todo el mundo pueda acceder a ellos.

El político holandés consideró "realistas" los objetivos europeos de reducción de emisiones para 2030, ya que, explicó, once años son suficientes para que toda la población pueda hacer los cambios necesarios.

Scheffer defendió una armonización a nivel europeo de los criterios de las zonas de bajas emisiones o los estándares de las estaciones de recarga de los coches eléctricos, para que viajar con un vehículo ecológico no requiera distintas condiciones en diferentes ciudades.