La investigación, que ha publicado la revista 'Scientific Reports', ha revelado que la actividad industrial genera sustancias nocivas que llegan a los lugares más remotos del planeta, transportadas por vientos y corrientes oceánicas, como es el caso de las aguas profundas en la Antártida.

Las muestras de sedimentos antárticos analizadas proceden de varias estaciones a lo largo de más de 4.000 kilómetros del Mar de Weddell y frente a las costas de la Península Antártica.

Aunque desde los años 70 se tiene evidencia de la presencia de contaminantes antropogénicos en la cadena trófica antártica, este estudio indica, por primera vez, que en el fondo del océano antártico, a cientos de metros de profundidad, hay compuestos que generan actividad citotóxica relacionada con la presencia de contaminantes orgánicos.

En el estudio, dirigido por Enrique Isla (ICM-CSIC), los científicos han trabajado con muestras de sedimento obtenido del fondo antártico en varias campañas con el rompehielos alemán "Polarsten", que luego han analizado en los laboratorios del ICM y del IDAEA.

Los extractos de sedimento con mayor respuesta citotóxica coinciden con los lugares con mayor presencia humana, como la Península Antártica, donde se encuentran la mayoría de bases científicas y existe un frecuente tráfico marítimo, según ha explicado Enrique Isla.

Sin embargo, los extractos de sedimentos de la zona Este del Mar de Weddell no generaron respuestas tóxicas significativas, lo que coincide con zonas que están menos expuestas a la contaminación. Los investigadores han detectado actividad citotóxica en sedimento marino a más de mil metros de profundidad.

"A grandes profundidades, las bajas temperaturas y la ausencia de luz limita en gran medida la degradación de los contaminantes. Además, ahí no hay forma de aislarlos o limpiarlos. Su destino es acumularse en el fondo marino antártico, donde viven muchos organismos", ha advertido Isla. Según el investigador, los resultados observados en las zonas más impactadas de la Antártida son similares a los de algunas zonas costeras del Mediterráneo, aunque el estudio no ha permitido precisar las fuentes de contaminación ni su origen cronológico.

Para ello tendrán que hacer análisis más precisos, aunque, dado el tráfico marítimo de estas zonas, los científicos sugieren que una gran parte de los compuestos responsables de la toxicidad podrían ser hidrocarburos policíclicos aromáticos, que proceden de la combustión incompleta de materia orgánica, como la que puede ocurrir en incineradores o motores de barco.

"Este trabajo abre la puerta para investigar con más detalle fuentes de contaminación, tipos de sustancias, su abundancia en el sedimento y su impacto en la vida marina", ha precisado Isla.