El cambio de hora tiene ventajas como que se aprovechan más las horas de luz pero, también, puede provocar otros problemas para la salud derivados del cambio en las horas de sueño. No dormir lo suficiente puede provocar pérdidas de memoria, cansancio o falta de concentración, en general, y en el caso de los peques, problemas de atención, irritabilidad, enfados, cansancio y desánimo.

Los expertos recomiendan, para los adultos, dormir entre 7 y 9 horas y en el caso de los niños, unas 9 horas, como mínimo, pero depende de la edad que tengan.

Así, con siestas incluidas, hasta los 12 meses una media de 12 a 16 horas, entre uno y dos años de 11 a 14 horas; de 10 a 13 horas (entre 3-5 años de edad), de 9 a 12 horas (entre 6-12 años de edad), y de 8 a 10 horas (entre 13 y 18 años de edad).

Ante esta situación, los expertos aconsejan ir adaptando a los niños a este nuevo horario poco a poco, para que el cambio de hora no sea tan brusco.

Para dormir más no basta con acostarse una hora antes. Hay que practicar una serie de buenos hábitos que nos proporcionen la suficiente cantidad y calidad de sueño. Os damos algunos ejemplos:

- No variar en más de dos horas los horarios de sueño entre los días laborables y el fin de semana.

- Cuidar los aspectos ambientales. Hay que dormir en oscuridad, en silencio y en una habitación ordenada y limpia.

- Evitar ciertos alimentos por la noche, como la carne roja, los huevos, el jamón y las frutas ricas en Vitamina C. Y, por supuesto, nada de bebidas con cafeína.

- El deporte facilita la calidad del sueño, pero los expertos recomiendan que no se practique ejercicio tres horas antes de acostarnos.