Previamente, otros estudios ya han demostrado que los niños con un índice de masa muscular (IMC) más alto registran una recuperación más lenta de la frecuencia cardíaca, lo que indica un posible vínculo entre el peso corporal saludable y la frecuencia cardiaca.

Para llevar a cabo esta investigación, el profesor José Carlos Fernández García de la Universidad de Málaga, junto con otros expertos, estudió a 132 niños de 11 años con peso saludable y 72 con obesidad en 1996. Dos décadas después, volvieron a observar a niños de la misma edad. En esta ocasión, analizaron las condiciones físicas de 213 nilños con peso normal y 139 con obesidad. De esta forma compararon la aptitud aeórbica con el paso del tiempo.

Para este estudio, los pequeños llevaron un monitor de frecuencia cardíaca durante una prueba de estado físico, en la que se les pidió que corrieran 20 metros entre dos puntos antes de que sonara un pitido.

Los resultados mostraron que los niños de peso saludable en 2016 estaban menos en forma que sus predecesores en 1996. En 20 años también se observaron diferencias significativas en la prueba de carrera de niños obesos.

Tanto los niños con un peso normal como los obesos mostraron una eficacia cardiaca mucho menor y una recuperación de la frecuencia cardiaca peor en 2016, en comparación con 1996.

Tras el estudio, los investigadores piden más iniciativas para aumentar los niveles de la condición física en los niños. Y es que, según afirman: " Nuestros resultados sugieren que solo medir el IMC puede no ser suficiente para monitorizar la salud futura de los niños y reforzar la necesidad de promover la actividad física" .

Y añaden: "Sabemos que la mayoría de los niños no participan en suficiente actividad física, en comparación con las recomendaciones actuales de la OMS de realizar al menos 60 minutos de ejercicio moderado a vigoroso todos los días, como natación, fútbol americano o baile".