No tienen hambre y no tienen tiempo, esto nos lleva a las horas de sueño. Los pequeños necesitan dormir al menos 10 horas y sólo el 30% duerme las horas recomendables. La falta de sueño provoca que los niños no tengan apetito, porque todavía no se ha puesto en marcha los cambios metabólicos que suponen abandonar el sueño y comenzar la actividad.