Lo primero que hay que decir al respecto, es que desde el momento en el que añade una marca de pintura diferente a la reglamentariamente establecida, ese paso de peatones deja de tener consideración de señalización horizontal para pasar a ser una marca vial de objetivo indeterminado.
Ello puede provocar problemas jurídicos en caso de accidente, ya que un conductor puede esgrimir ante un atropello que el peatón no cruzaba por un paso de peatones reglamentario, lo que es objetivamente cierto. En la mayoría de los casos este efecto se anula colocando una o dos señales verticales que señalizan el paso de peatones.
Pero hay un segundo factor negativo que afecta a peatones y conductores. Las pinturas en el pavimento automáticamente reducen la adherencia del mismo pues modifican el coeficiente de rozamiento del mismo y afectan a la capacidad de frenada de los vehículos, además de poder provocar caídas de los peatones, lo que ocurre especialmente cuando la lluvia está presente.