Estas son las principales conclusiones a las que han llegado los ponentes del debate realizado en el marco del Observatorio Conducir a los 70 y los 80, organizado por Abertis y que ha contado con la participación de la subdirectora general de análisis y vigilancia estadística de la Dirección General de Tráfico (DGT), Rosa Ramírez.

Los expertos han coincidido en señalar que no debería imponerse una edad máxima para conducir, ya que la movilidad es un derecho que se vincula con la calidad de vida y la autonomía de las personas, pero han pedido una actualización del actual sistema médico que revisa las capacidades psicofísicas de los conductores.

Para ello han solicitado que se integre al sector sanitario en este tipo de controles rutinarios, para hacerlos más completos, así como que se aumente la periodicidad con la que se realizan al superar una determinada edad.

Rosa Ramírez ha dicho que la sociedad española es víctima de creencias preconcebidas a la hora de abordar la cuestión de las personas mayores al volante y no atiende a los datos oficiales sobre siniestralidad.

Ramírez ha indicado que pese a que existe una mayor tasa de mortalidad en carretera entre los mayores de 65 años, esto se debe a que son víctimas de los accidentes, pero no responsables, y a que son personas más frágiles ante las lesiones, "lo que hace que su probabilidad de morir sea mucho más alta".

Sin embargo -ha continuado- son el colectivo que menos conductas de riesgo asume al volante, frente a los jóvenes que son los más problemáticos, y los que menos incurren en las infracciones más comunes en la carretera: el exceso de velocidad y conducir bajo los efectos del alcohol y las drogas.

Además, Ramírez ha explicado que, frente a la creencia popular, en realidad las personas mayores se ven envueltas en más accidentes mortales cuando circulan como peatones -y no como conductores-, especialmente a la hora de cruzar la calzada.

A pesar de esto, la responsable de la DGT ha señalado, al igual que el resto de ponentes, que existen factores derivados de la edad en los mayores de 65 años que suponen un riesgo en la carretera: la reducción de su capacidad visual y el aumento de su tiempo de reacción al volante.

El director general de la Asociación Española de la Carretera, Jacobo Díaz, ha señalado que uno de los retos a los que se enfrenta España es mejorar su red de carreteras convencionales.

Para Díaz, los 30.000 kilómetros que forman este tipo de vías, donde se registra la mayor parte de los accidentes, no son lo suficientemente "autoexplicativas", lo que quiere decir que no son fáciles de interpretar por el conductor a través de las señales.

"Las carreteras convencionales deberían ser más homogéneas, lo que se puede conseguir usando un determinado tipo de intersecciones que se repita constantemente, frente al actual modelo que contempla el uso de hasta 42 tipos diferentes dependiendo de la situación de la vía y sus condiciones geográficas" ha indicado Díaz.

Gracias a estas medida, podría reducirse la siniestralidad de todos los grupos poblacionales, y en especial de los mayores de 65 años, quienes sufren más a la hora de interpretar grandes cambios mientras conducen, ha concluido.