Las glorietas suelen sustituir a los cruces porque no necesitan un semáforo para regular el tráfico, pero en algunas es común que en horas puntas se produzcan retenciones para entrar a las mimas.

Para resolver este problema, los ingenieros suelen optar por ampliar la rotonda y su número de carriles, construir carriles de giro directo a la derecha, convertir la glorieta en una intersección semaforizada o incluso crear enlaces a distinto nivel. Sin embargo, estas soluciones, a menudo, no se pueden llevar a cabo por limitaciones medioambientales o presupuestarias.

Para estos casos, los investigadores de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV) plantean aplicar un sistema inteligente de transporte, denominado 'ramp meter', que ya se utiliza en los accesos a algunas autovías y autopistas extranjeras para ‘dosificar’ el número de vehículos que se incorporan a la vía principal cuando está congestionada. Su propuesta es aplicarlo, mediante una metodología propia, en las rotondas.

“La demanda del acceso principal más cargado se controlaría con lo que se llama un detector de colas –un dispositivo magnético situado dentro del asfalto para detectar los coches–, que, a su vez, se conecta a un semáforo inteligente situado en otro acceso menos congestionado, pero que bloquea al primero”, explica Mariló Martín-Gasulla, la autora principal de la investigación.

Reducción de las demoras hasta en un 60%

“De esta forma –añade–, mediante programación, en el anillo se pueden generar unos huecos más largos para que los aprovechen los conductores de la vía más atascada y del resto de entradas, agilizando así la circulación y mejorando la operatividad global de la rotonda. De esta forma se pueden reducir las demoras hasta en un 60%”.

Para desarrollar el estudio, publicado en la revista Transportation Research Record, los autores utilizaron datos reales de tráfico registrados en una rotonda de El Saler (Valencia) y técnicas de microsimulación. Después desarrollaron un modelo gráfico y una guía para que los ingenieros o gestores viales puedan implementar este sistema inteligente, que ya se utiliza en Australia y algunas glorietas norteamericanas. Su coste aproximado ronda los 14.300 euros.

Los autores destacan que no se trata de crear una intersección con semáforos, sino utilizar solo alguno en un acceso particular para regular el tráfico de la rotonda según las necesidades de cada momento. El sistema se optimiza programando unos tiempos mínimos de luz verde (o apagada) y roja, así como un tiempo máximo de esta última, para no retener demasiado a los conductores del acceso dosificado. El sistema solo actuaría cuando la demanda de vehículos así lo determine.

También disminuyen la contaminación

“Al disminuir la demora y la longitud de la cola se ayuda a reducir las emisiones, ya que el conductor para menos veces y durante menos tiempo”, señala Martín-Gasulla, que ahora realiza su doctorado en la Universidad de Florida (EE UU).

Por ahora, el sistema propuesto está enfocado a rotondas localizadas en España de un solo carril en cada acceso, aunque se podría ampliar a más. “Cualquier extrapolación a otro entorno podría tener imprecisiones –señala la autora–, porque el comportamiento de los conductores cambia de un país a otro, y más teniendo en cuenta que la proliferación de glorietas en España supone que aquí hay un mayor nivel de conocimiento a la hora de circular por ellas, con maniobras más eficientes y agresivas que en otros países”.