La insuficiencia cardiaca es la incapacidad del corazón de bombear toda la sangre que necesita el organismo, y se estima que afecta a alrededor de 23 millones de personas a nivel mundial, de las que casi seis están en Estados Unidos.

En este trabajo publicado por la revista 'Heart Failure' y realizado por el Instituto Karolinska de Estocolmo (Suecia), los investigadores realizaron un seguimiento a un total de 33.012 hombres entre 1998 y 2012, para ver si la aparición de este evento cardiovascular podía asociarse a la actividad física. En general, los hombres que tenían los niveles más bajos y más altos de actividad física tenían un mayor riesgo de insuficiencia cardiaca, un 47 y 51 por ciento respectivamente en comparación con quienes tenían una actividad moderada.

Además, al analizar los diferentes tipos de actividad física vieron que caminar e ir en bicicleta durante 20 minutos al día era lo que se asociaba a una mayor reducción del riesgo.

Al inscribirse en el estudio, los participantes completaron un cuestionario en el que precisaban su nivel de actividad en el trabajo, en casa, el tiempo que dedicaban a caminar o montar en bicicleta, y el ejercicio realizado desde que tenían 30 años.

De este modo, a cada tipo de actividad física asignaron una puntuación para medir su intensidad. Así, caminar o ir en bicicleta apenas 20 minutos al día se asoció con un descenso del riesgo de un 21 por ciento, lo que representó la mayor diferencia en términos de supervivencia.

MEJOR UNA ACTIVIDAD MODERADA PRESENTE QUE PASADA
En cambio, aquellos que trabajaban en casa, estaban en paro o no realizaban ningún tipo de actividad física no reducían el riesgo de insuficiencia cardiaca, algo que tampoco sucedió con aquellos que a los 30 estaban físicamente activos pero se habían vuelto sedentarios con el paso de los años.

"Vemos como la actividad física en la actualidad, aunque sea moderada, puede ser más importante para evitar la insuficiencia cardiaca que la realizada en el pasado", ha explicado Andrea Bellavia, uno de los autores del estudio.

Aunque el estudio muestra la relación entre un mayor riesgo de insuficiencia cardiaca y una actividad física elevada, los autores aseguran que esta asociación no está del todo justificada pero que, en todo caso, podría atribuirse al riesgo que pueden suponer algunas prácticas como carreras de fondo o pruebas de esfuerzo.

"La relación en forma de U entre los niveles de ejercicio y la probabilidad de insuficiencia cardiaca posterior es un hallazgo único y estimulará nuevas investigaciones en el campo de la prevención", ha añadido Christopher O'Connor, editor jefe de la revista que publica el estudio.