Las radiaciones solares son carcinógenas para el ser humano y por tanto, son la causa de la mayoría de los tipos de cáncer de piel, como son el carcinoma basocelular, el carcinoma espinocelular y el melanoma.

Cada año se diagnostican en el mundo 132.000 casos de melanoma maligno y mueren aproximadamente 66.000 personas por causa de éste y otros tipos de cáncer de piel. Además, se estima que en los últimos 45 años la tasa anual de incidencia de melanoma se ha multiplicado por más de tres en Noruega y Suecia, y en los últimos 30 años se ha duplicado en Estados Unidos.

Ahora, una nueva investigación de la Universidad de Cambridge, en Reino Unido, ha identificado por primera vez la que podría ser la "célula de origen", es decir, la primera célula, a partir de la cual se desarrolla el cáncer de piel.

Nuestra piel se mantiene saludable gracias al sistema de rotación de las células, que se desprenden y son reemplazadas por células nuevas. Este proceso se realiza gracias a las células progenitoras, que se dividen y diferencian en células de la piel completamente funcionales para reponer la piel muerta.

La clave reside en que estas células tienen a su vez el apoyo de una población pequeña de células madre, que permanecen en silencio, listas para convertirse en la piel y activar su reparación cuando se necesario.

Sin embargo, cuando este proceso sale mal, pueden surgir los cánceres: el ADN dañado puede desencadenar una cascada de actividad que puede llevar en última instancia a la proliferación sin control de células, es decir, el cáncer.

La investigación de los expertos, que se ha centrado en realizar un seguimiento individual de cada célula (células progenitorias y células madre) ha logrado identidicar que las células madre son las culpables de la prolifeción de tumores malignos. Cuando un oncogén se activa en una célula madre, comienza una reacción de la división celular, que hace que se multipliquen las células de forma masiva, desarrollando un cáncer.