Este nuevo hallazgo sugiere que el monóxido de carbono podría ayudar a acelerar un proceso natural que minimiza el daño cognitivo al activar la liquidación de hemo, un componente altamente tóxico de las células rojas de la sangre que puede acumularse y causar inflamación cerebral tras un accidente cerebrovascular hemorrágico.

"La hemorragia subaracnoidea aneurismática (HSA) afecta a cerca de 40.000 personas en Estados Unidos cada año", explica el coautor Khalid A. Hanafy, director de Neurología de la Unidad de Cuidados Neurointensivos en BIDMC y profesor asistente de Neurología en la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard (HMS, por sus siglas en inglés). 

"La HSA es un trastorno terrible, que comienza con un dolor de cabeza catastrófico, que los pacientes describen como si fuera una bomba que estalla en la cabeza", añade.

Pero,  exctamente ¿qué es la hemorragia subaracnoidea aneurismática? La hemorragia subaracnoidea aneurismática (HSA) es un tipo de derrame que se desarrolla como resultado de una ruptura del aneurisma que recubre el exterior del cerebro en la sangre, que afecta predominantemente a mujeres entre las edades de 45 y 55 años y tiene una tasa de mortalidad del 50% en los 12 meses siguientes al inicio. Entre el 30 y el 40% de los pacientes supervivientes a la HSA sufren daño cognitivo a largo plazo.

En este nuevo trabajo, Hanafy se asoció con el coautor Leo E. Otterbein, investigador en el Instituto de Trasplantes en BIDMC y profesor asociado de Cirugía en el HMS que ha investigado las aplicaciones terapéuticas del monóxido de carbono durante más de 15 años. 

Nuevos estudios de Otterbein han revelado un número de aplicaciones terapéuticas prometedoras para este gas, incluyendo el tratamiento de la hipertensión pulmonar, la prevención del rechazo de órganos después del trasplante, la reducción de la restenosis vascular, la disminución de tumores cancerosos y capacidades que combaten la infección.

"Mi laboratorio ha estado estudiando las propiedades del monóxido de carbono durante años, pero nunca hemos investigado un posible papel terapéutico para el CO en el cerebro, relata Otterbein. Como neurólogo especializado en medicina de cuidados intensivos, Hanafy estaba muy interesado en la hemorragia subaracnoidea y ya estaba investigando mecanismos por los que la hemo provoca inflamación en el cerebro después del accidente cerebrovascular".

Por tanto, estos nuevos hallazgos ofrecen una vía importante para la investigación clínica y el desarrollo futuro de terapias basadas en CO para el tratamiento de pacientes con aneurismas cerebrales y proporcionan datos convincentes de que, en cantidades cuidadosamente controladas, el CO puede proteger el cerebro.