Un grupo de investigadores de la Facultad de Medicina Icahn en Monte Sinaí, la Universidad Northwestern de Chicago, la Universidad de Iowa, la Universidad de California en San Diego, en Estados Unidos, y la Universidad de Reykjavik, en Islandia, dividieron aleatoriamente a 54 personas que sobrevivieron a un cáncer a una luz blanca brillante o un grupo bajo luz roja tenue.

Para ello, se proporcionó a los distintos participantes una caja de luz y les pidió que la usaran durante 30 minutos cada mañana durante cuatro semanas. 

Se midieron los síntomas depresivos y los ritmos circadianos de actividad antes, durante y tres meses después para determinar  la eficacia de la terapia de luz.

Los expertos pudieron comprobar que los pacientes de este estudio expuestos a la luz brillante experimentaron una mejoría en los síntomas depresivos, mientras que las personas que se expusieron a la tenue luz roja no obtuvieron ningún cambio en los síntomas. 

"Nuestros hallazgos sugieren la terapia de luz, una terapia más bien no invasiva, puede proporcionar una forma innovadora de disminuir la depresión entre los sobrevivientes de cáncer", apunta William Redd, profesor de Ciencias Oncológicas en la Escuela Icahn de Medicina del Monte Sinaí y coautor del estudio. 

"Los síntomas depresivos son comunes entre los sobrevivientes de cáncer, incluso años después de terminar el tratamiento", afirma Heiddis Valdimarsdottir, profesor asociado de Ciencias Oncológicas en la Escuela de Medicina de Icahn en Monte Sinaí y autor principal del estudio. "Esto interfiere con la calidad de vida en general y pone a los sobrevivientes en riesgo de malos resultados, incluida la muerte", añade.