Gracias a este reciente estudio, basado en investigaciones previas, el equipo de científicos descubrió que después de la inmunoterapia algunas células T CD4+, normalmente consideradas como células inmunes auxiliares y reguladoras, se vuelven citotóxicas y se asocian de forma directa con las células cancerosas.

Para realizar el análisis, el equipo de investigación examinó los mecanismos moleculares y celulares que sustentan esta actividad, con lo que encontraron que el IL-2, un factor de crecimiento para las células T ,y el factor de transcripción Blimp-1 son los responsables de iniciar una potente actividad asesina de las células T CD4+ dentro de los tumores.

A pesar de que el equipo liderado por el profesor Sergio Quezada sabía que estas células inmunes tienen la capacidad de matar proactivamente a las células cancerosas, necesitaban entender cómo se activaba el mecanismo para conseguir maximizar su potencial. Por lo que su actual descubrimiento muestra la evidencia necesaria y la razón para utilizar Blimp-1 con el objetivo de maximizar la actividad antitumoral de las células T CD4+.

A día de hoy, este grupo de científicos se encuentra en una nueva investigación para desarrollar nuevas terapias celulares personalizadas en las que la actividad de Blimp-1 se pueda maximizar para impulsar un potente control tumoral.

Además, los científicos del University College de Londres explican que las células T son un subconjunto de linfocitos (glóbulos blancos) que, en la inmunoterapia, se modifican y se usan para atacar el cáncer. Sin embargo, a pesar de que estas células recorren todo el organismo en busca de células infectadas y las matan, no reconocen la mayoría de los cánceres puesto que estos se desarrollan a partir de nuestros propios tejidos y parecen sanos para la mayoría de las células T. Algo que sugiere que uno de los principales desafíos sea encontrar la forma de dirigir las células T para que ataquen a las cancerosas.

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