Numerosos estudios anteriores se han centrado en analizar el vínculo entre los alimentos y el cáncer desde un punto de vista dietético como, por ejemplo, los efectos de comer carne roja, frutas y verduras y la relación entre la ingesta de alimentos y la obesidad. Por ello, se han dejado un poco de lado otros factores como el momento de la ingesta de alimentos y las actividades que las personas hacen antes y después de las comidas.

Por esta razón, los investigadores han puesto el foco en si la comida podría asociarse con el riesgo de cáncer de mama y próstata, dos de los cánceres más relacionados con el trabajo nocturno, la interrupción circadiana y la alteración de los ritmos biológicos.

El estudio, publicado en el 'International Journal of Cancer', ha evaluado el estilo de vida y el cronotipo de cada participante, una característica individual que se correlaciona con la preferencia de la actividad de la mañana o de la tarde. Se estudiaron 621 casos de cáncer de próstata y 1.205 casos de cáncer de mama, así como 872 hombres y 1.321 mujeres seleccionados al azar.

Se entrevistaron a los participantes sobre su horario de comida, hábitos de sueño, cronotipo, hábitos alimenticios y el cumplimiento de las recomendaciones de prevención del cáncer.

"Todo parece indicar que el momento del sueño afecta nuestra capacidad de metabolizar los alimentos", han concluido los científicos.