Una nueva investigación indica que distintas sustancias que poseen las cerezas ácidas podrían usarse como parte del tratamiento contra el dolor articular y muscular producido por una terapia contra el cáncer de mama no metastásico.

Uno de los tratamientos más extendidos contra el cáncer de mama en mujeres posmenopáusicas consiste en una serie de inhibidores, capaces de suprimir la acción directa de una enzima que transforma los andrógenos en estrógenos. No obstante, estos inhibidores de aromatasa, utilizados para combatir uno de los principales factores de riesgo en la extensión del cáncer de pecho, son también responsables de fuertes e intensos dolores, conocidos como artralgia.

Ahora, un ensayo, basado en resultados obtenidos de 60 mujeres con cáncer de mama sin metástasis, y entre las fases 1 y 3, podría demostrar la efectividad de las cerezas para disminuir estos dolores musculares y articulares.

Durante ocho semanas se ha analizado la respuesta de las pacientes de este estudio, divididas en dos grupos. Aquellas que tomaron placebo, decían ver su dolor reducido un 1,4%; muy por debajo del 34,7% de media registrado por aquellas mujeres que recibieron un tratamiento consistente en una onza de concentrado de cereza ácida, disuelta en ocho onzas de agua.

Las conclusiones de la investigación demuestran que algunos metabolitos y pigmentos de esta fruta, como los flavonoides y las antocianinas, con propiedades antinflamatorias, podrían desempeñar “un papel en la reducción de los efectos secundarios del dolor articular y muscular”, como explicaban los autores de la investigación. Aunque destacaban la necesidad de desarrollar nuevos estudios que confirmasen los resultados del ensayo.