Pablo Eguia del Río, vocal de la Sociedad Española de Neurología (SEN), se ha apoyado en estudios recientes de la Universidad de Yale (Estados Unidos) y la Universidad Normal de Pekín (China) para señalar que las personas después de tres años expuestas a alta contaminación, tienen un rendimiento cognitivo similar al que supone perder un año de escolaridad.

Además, ya son muchas las investigaciones que demuestran que una exposición prolongada a estos gases, está asociada con el estrés oxidativo, a la neuroinflamación y al envejecimiento prematuro del sistema nervioso central.

Del mismo modo que, también se ha asociado con un mayor riesgo de sufrir ictus, puesto que la contaminación puede provocar estados pro-trombóticos. Por ello, podría estar influyendo en el incremento de los casos de ictus isquémicos, causados por trombos, y que representan un 80% total de casos anuales.

Sin embargo, a pesar de estos resultados, los profesionales consideran necesario realizar más estudios especializados sobre las enfermedades que ya se ha comprobado que podrían verse agravadas por la contaminación atmosférica. Algunos de los ejemplos más claros serían los casos del Alzheimer, del Parkinson, de la esclerosis múltiple o de la esclerosis lateral amiotrófica (ELA); que destacan entre otras enfermedades neurodegenerativas cuya relación con la contaminación ya ha comenzado a estudiarse.

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