La inmunoterapia contra el cáncer fue considerada como el mejor avance científico en 2013, pero a día de hoy, el 80 % de los pacientes expuestos a esta terapia no tienen beneficios prolongados, según un estudio. Las células cancerosas se vuelven resistentes a la medicación y en muchos casos no reaccionan a ella, explican los expertos.

Para mejorar la eficacia de estos fármacos, un equipo de investigadores estadounidenses ha estudiado la genética de las células cancerosas para averiguar el papel que desempeña en la inmunoterapia. Han descubierto que, mediante el empleo de tecnología de edición genética CRISPR, más de un centenar de genes vinculados con la destrucción de tumores por linfocitos T, son capaces de romper células cancerosas.

Una vez identificados estos genes, los expertos han buscado más evidencias que confirmen el rol que juegan estas unidades genéticas en la vulnerabilidad de las células cancerosas ante estos tratamientos. Para ello, han analizado el perfil genético de 11.000 pacientes del Atlas del Genoma del Cáncer (TCGA) y las respuestas de sus células tumorales a la inmunoterapia.

Así, han constatado que numerosos genes identificados a través de CRISPR están asociados con la muerte de las células cancerosas.

Estos hallazgos suponen el punto de partida de futuros estudios sobre la resistencia de los tumores cancerígenos a los linfocitos T, y una posible mejora en la eficacia de las inmunoterapias, que ayudarán a que los pacientes experimenten respuestas satisfactoras.