Un equipo internacional dirigido por la Universidad de Cambridge, en Reino Unido, ha utilizado datos humanos para cuantificar a qué velocidad se producen los procesos que desencadenan la enfermedad del Alzheimer, y ha descubierto que se desarrolla de forma muy distinta a lo que se pensaba.

En lugar de partir de un único punto del cerebro e iniciar una reacción en cadena que da lugar a la muerte de las células cerebrales, el alzhéimer llega a las distintas regiones del cerebro de forma temprana.

De este modo, la rapidez con la que la enfermedad mata a las células de las distintas regiones, mediante la producción de grupos de proteínas tóxicas, limita la rapidez con la que progresa la enfermedad a nivel general.

Los resultados de este estudio, publicados en la revista Science Advances, podrían servir para el desarrollo de posibles tratamientos. Para realizarlo, los investigadores utilizaron muestras cerebrales post mortem de pacientes con alzhéimer y escáneres PET de pacientes vivos.

Las muestras procedentes de los pacientes vivos iban desde los que presentaban un deterioro cognitivo leve hasta los que padecían la enfermedad en toda regla. Su finalidad principal era rastrear la agregación de tau, una de las dos proteínas clave implicadas en el alzhéimer.

En este sentido, la tau y otra proteína llamada beta-amiloide se acumulan en marañas y placas (conocidas como agregados), provocando la muerte de las células cerebrales y el encogimiento del cerebro. Como resultado se produce la pérdida de la memoria, los cambios de personalidad y la dificultad para emprender acciones cotidianas.

Gracias a la combinación de cinco conjuntos de datos diferentes, los científicos observaron que el mecanismo que controla el ritmo de progresión de la enfermedad es la replicación de los agregados en regiones individuales del cerebro, en lugar de la propagación de los agregados de una a otra.

Esto significa que, cuando el alzhéimer comienza, ya hay agregados en diferentes regiones del cerebro, por lo que intentar detener la propagación entre regiones no resultará muy efectivo para frenar la enfermedad.

Se trata de la primera investigación que utiliza datos humanos para seguir los procesos que controlan el desarrollo de la enfermedad. Gracias a ello, los investigadores descubrieron que la recopilación de los agregados de tau es muy lenta: tarda hasta cinco años.

Con todo ello, el descubrimiento clave es el hecho de que detener la replicación de los agregados en lugar de su propagación va a resultar más eficaz en las etapas de la enfermedad que se estudian.