Más de un 40 % de los casos de daño renal agudo son producidos por la toxicidad de determinados medicamentos lo que provoca que se multipliquen los costes sanitarios, se perjudique la calidad de vida de los pacientes o que, incluso, se lleguen a reducir los ciclos de los tratamientos que pueden salvar la vida de esos pacientes.

La mayoría de estos fármacos se eliminan por el riñón, ocasionando en muchas ocasiones un fallo renal que puede derivar en trasplante y posterior diálisis. Los medicamentos que más toxicidades provocan en el riñón suelen ser los citotóxicos, utilizados para el cáncer, los inmunosupresores, para los trasplantes, los antibióticos o los usados para el tratamiento del VIH.

Tras muchas investigaciones, los científicos descubrieron que la cilastatina era la clave para proteger al riñón contra este problema.

Para ello, analizaron los efectos protectores de esta molécula en células y, posteriormente, en animales, comprobando que por sí sola es capaz de frenar la progresión del daño renal sin impactar en la efectividad de los medicamentos.

Por tanto, este medicamento, que comenzará su fase clínica en 2018, podría mejorar y ampliar las terapias más eficaces para el cáncer, VIH o trasplantes.