Cada vez más científicos españoles trabajan por su cuenta y  en su casa. Porque, aunque dicen que España invierte mucho en su formación, luego no hay ayudas para poder desarrollar su trabajo. 

Su ordenador y un espacio en la biblioteca pública, son los únicos recursos con los que Adrián cuenta para estudiar el funcionamiento de las enfermedades.  Su trabajo consiste en procesar grandes volúmenes de datos biológicos para descubrir patrones. De sus avances se han hecho eco las mejores revistas científicas del mundo, pero nada de eso ha servido para conseguir el apoyo de las administraciones españolas. Una subvención imprescindible para trasladar sus conocimientos al laboratorio y, así, poder salvar vidas. 

Antonio es otro científico que lucha para quedarse en nuestro país. Él ha estado tres años en paro y hace un par de meses decidió crear una consultoría de I+D.  Durante el tiempo que estuvo desempleado no recibió ninguna oferta de trabajo en España, sí del extranjero. La máxima institución científica en Francia contactó con él por su investigación, "lo curioso es que el proyecto por el que se interesó el CSIC francés, fue rechazado por la Universidad de La Coruña". Aquí los rechazamos y en Europa se los rifan.

Tanto Adrián, como Antonio exigen un mayor compromiso del Gobierno para que investigar pueda ser una profesión en España.