Mientras la Unión Europea invierte hoy un 25% más en I+D, que antes del inicio de la crisis económica, España lo hace un 10% menos, según el informe de la Fundación Cotec para la Innovación, que analiza los últimos datos publicados del ejercicio 2015.

Los datos revelan un ligero incremento en la inversión española en I+D, el primero desde el inicio de la crisis, un aumento que, sin embargo, se sitúa por debajo del incremento del Producto Interior Bruto (PIB) en ese período y es "insuficiente para evitar que la I+D siga, por quinto año consecutivo, perdiendo peso en nuestro país".

El informe, elaborado con datos del Instituto Nacional de Estadística, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y datos propios, apunta que los ajustes acumulados desde 2010 (del 50 %) han sido muy superiores a los anunciados (del 30 %), puesto que, a la reducción de las cantidades consignadas en los presupuestos, se le han unido decrecientes niveles de ejecución.

Los indicadores confirman un año más la baja participación de las empresas en las actividades de innovación, siendo su nivel de esfuerzo en I+D la mitad del promedio europeo: salvo contadas excepciones, destaca particularmente la baja contribución de la gran empresa, resume Cotec, que describe que las pymes, por el contrario, contribuyen al gasto en I+D en un porcentaje "anómalamente alto".

Así, en 2015 las empresas ejecutaron el 52,5 % del gasto total en I+D, mientras que el promedio europeo fue del 63,3 %. Además, casi la mitad de este gasto fue ejecutado por pymes, mientras que en Francia o Reino Unido fue del 20 % y en Alemania menos del 10%.

El número de investigadores sí ha aumentado, el primer incremento que se ve desde 2010, aunque solo en las empresas. Sin embargo, se observa un descenso en la producción científica, que ha experimentado un descenso del 5% respecto al máximo alcanzado en 2014 (España ocupa la undécima posición), y en lo que se refiere a la solicitud de patentes hay un "claro declive".

España no dispone de una política de innovación social explícita y “bien articulada” a escala estatal (…), tampoco de fondos especiales para ello; no obstante, los fondos de inversión sociales o de impacto se van consolidando, pero todavía con alcance reducido.