La ingesta de paracetamol en pequeñas dosis se metaboliza sin problema, pero si esta es de cuatro gramos diarios durante una semana, pueden aparecer los problemas.

Así, cuando una persona consume una gran dosis de paracetamol corre el riesgo de padecer daño hepático fulminante y que su hígado sea incapaz de realizar sus funciones metábolicas esenciales y correctamente.

En Estados Unidos se estima que 60 millones de personas consumen paracetamol en EEUU y, aproximadamente, 30.000 personas ingresan en el hospital con daño hepático debido a esta ingesta.

Ante estos casos caos, el problema se trata con el antioxidante N-acetilcisteína, pero dentro de las primeras ocho horas tras la ingesta; a partir de este período la única opción si el paciente no evoluciona es el trasplante de hígado.

Por eso, es fundamental definir y encontrar tratamientos nuevos y que sean distintos a la terapia estándar, según una de las investigadoras, Malu Martínez-Chantar del CIC bioGune y una de las responsables de esta investigación.

Para esta investigadora, "el paracetamol también tiene que ser utilizado como todos los medicamentos, con cuidado", si no puede causar daño hepático fulminante, en el que la vía que habitualmente utiliza el hígado para metabolizar este medicamento puede desviarse, provocando la generación de moléculas que pueden ser "muy dañinas".

Estas moléculas atacan sobre todo a la mitocondria, el orgánulo más importante desde el punto de vista energético de la célula.

En la mitocondria hay una proteína denominada MCJ y esta está relacionada con la actividad de la primera: los investigadores constataron que cuando existe daño hepático fulminante por paracetamol los niveles de esta proteína en el hígado aumentan.

Esto provoca que se frene la actividad de la mitocondria, lo que ocasiona a su vez, entre otros, que no se produzca ATP, la molécula energética por excelencia usada para “todo lo celular” e implicada en funciones tan diferentes como el movimiento muscular e incluso pensar, añade Martínez-Chantar.

Lo que vieron los investigadores es que con el uso de terapia génica se puede silenciar el gen que produce MCJ; para conseguirlo, introdujeron en nanopartículas un inhibidor molecular que bloquea la expresión de ese gen, evitando así que la citada proteína aumente y se produzca daño en la mitocondria y, por tanto, daño hepático fulminante.

Los investigadores trataron a ratones con sobredosis de paracetamol 4, 9 y 24 horas después de la ingesta y en todas las ocasiones vieron que el daño se revertía con terapia génica; el siguiente paso, llevar esta investigación a ensayo clínico (la primera fase podría empezar a finales de 2018 en EEUU).

Este descubrimiento está patentado por el CIC bioGUNE y la Universidad de Vermont y su aplicación podría extenderse a otras enfermedades del hígado, como cirrosis o hígado graso.

Los resultados se publican en la revista Nature Communications, en un artículo que firman también el Hospital Marqués de Valdecilla (Santander), Hospital Virgen de la Victoria (Málaga), Instituto de Investigación en Biomedicina (Barcelona), Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades hepáticas y Digestivas (CIBEREHD) y Escuela de Medicina de la Universidad de Vermont (EEUU).