Hal Nguyen, Aileen Anderson y sus compañeros de la Universidad de California, en Riverside, Estados Unidos, encontraron que los ratones que recibieron células madre, derivadas del tejido cerebral humano donado, requerían el agotamiento de una población específica de células inmunitarias con el fin de mejorar la capacidad de los roedores para caminar a lo largo de una placa de vidrio.

Aunque estas células donantes sobrevivieron cuando se trasplantaron, su ubicación y tipo de célula cambió con el tiempo.

Esta investigación concluye que las células inmunes, que se encuentran en la médula espinal después de la lesión, afectan a la capacidad de las células madre para promover la recuperación funcional.