Con los datos de una encuesta nacional realizada por vía telemática, el Instituto de Investigación del 12 de Octubre (i+12) ha elaborado un informe en colaboración con la Universidad Miguel Hernández y el Hospital San Juan de Alicante.

La hipótesis inicial partía de la premisa de que posiblemente los mayores tendrían "más diagnóstico clínico de distrés emocional que otros perfiles de personas más jóvenes, ya que la repercusión del virus en los primeros fue mucho mayor y además conocían esta situación de vulnerabilidad por las informaciones disponibles".

Sin embargo, los resultados de la encuesta, publicados en la revista internacional 'American Journal of Geriatric Psychiatry', arrojan datos opuestos y evidencian que la incidencia fue menor.

El sondeo se realizó de forma telemática en todo el país entre el 29 de marzo y 5 de abril, en la fase más aguda de la pandemia, a una muestra de más de 1.600 personas, 150 de ellas mayores de 60 años, que respondieron voluntariamente y de forma anónima a las preguntas formuladas.

Los resultados también demuestran que la menor incidencia de estas patologías en la población con más de 60 años podría deberse a factores relacionados con la educación y cultura, "como por ejemplo la vivencia de la posguerra, lo que habría facilitado el desarrollo de mecanismos de defensa ante situaciones adversas como la actual".

La investigación, en colaboración con el Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental -CIBERSAM-, demuestra también que no existían diferencias entre varones y mujeres en cuanto a la presencia de este tipo de enfermedades en esa franja de edad.

Además, se observó que este grupo concreto de personas presentaba mayores niveles de ansiedad, depresión y estrés agudo en los casos "que tenían problemas económicos o tomaban ansiolíticos", concluye el informe.