Se trata de la primera terapia personalizada frente a este tumor ginecológico. Se trata de un gran hallazgo que reducirá en un 80% el riesgo de progresión de esta enfermedad.

"Estamos ante un momento histórico", según ha destacado el presidente del Grupo Español de Investigación en Cáncer de Ovario (GEICO), Antonio González, que reconoce que este tumor, el quinto más frecuente y el sexto que más muertes provoca en mujeres, es un "gran problema de salud" del que se detectan 3.000 nuevos casos al año en España.

Pero el experto explica que es te fármaco no podrá administrase a todas las pacientes ya que sólo resulta efectivo en mujeres con una mutación genética en el gen BRCA, presente en un 10-15 % de estos tumores.

Por el momento, está autorizado para que pueda administrase a mujeres que sufren una recaída de la enfermedad tras la intervención quirúrgica y la quimioterapia posterior, algo que va a suceder al menos en el 50% de estas pacientes.

En concreto, la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (AEMPS) ha autorizado su uso en monoterapia como tratamiento de mantenimiento en pacientes con cáncer de ovario epitelial seroso de alto grado, trompa de Falopio o peritoneal primario que han recaído de su enfermedad y están en respuesta (completa o parcial) a quimioterapia basada en platino.

"Cuando se produce una recaída no se aconseja una segunda cirugía, por lo que estas pacientes son tratadas de nuevo con quimioterapia y se sabe que, aunque respondan al tratamiento, al cabo de los meses volverán a recaer", ha explicado González.

En este sentido, el uso de este fármaco permite "retrasar de forma significativa la progresión de la enfermedad", en algunos casos durante años, lo que conlleva un "impacto clínico bastante significativo" para estas pacientes.

Esto es posible gracias a que el fármaco actúa sobre unas herramientas concretas que utilizan las células tumorales para reparar el ADN, las enzimas PARP. 

Administrado en forma de pastillas (16 diarias, hasta que la enfermedad progresa), ha demostrado que la supervivencia libre de progresión de la enfermedad aumenta en 6,9 meses de media y retrasa en 15,6 meses la necesidad de un nuevo ciclo de quimioterapia. Y un 20%  de las pacientes participantes en los ensayos clínicos con el fármaco llevan más de dos años sin que la enfermedad haya progresado.