Las investigaciones recientes han resaltado cada vez más los vínculos entre la soledad y el aislamiento social y las enfermedades cardiovasculares y la muerte; pero la mayoría de estos trabajos no han considerado una amplia gama de otros factores potencialmente influyentes, según afirman los autores del estudio.

En un intento por aclarar qué papel podrían tener estos otros factores, se basaron en los datos de casi 480.000 personas de entre 40 y 69 años, que formaron parte del estudio del Biobanco de Reino Unido entre 2007 y 2010. Los participantes proporcionaron información detallada sobre su origen étnico, logros educativos, ingresos del hogar, estilo de vida (fumar, beber, hacer ejercicio) y síntomas depresivos.

También se les hizo una serie de preguntas para medir sus niveles de aislamiento social y soledad. Se midieron la altura, el peso y la fuerza de agarre, y se tomaron muestras de sangre. Se siguió su salud durante un promedio de 7 años. Casi uno de cada diez de los encuestados se consideró socialmente aislado, el 6 por ciento solitario y el 1 por ciento ambos.

Aquellos que estaban socialmente aislados y/o solos tenían más probabilidades de padecer otras afecciones subyacentes a largo plazo y de ser fumadores, mientras que aquellos que estaban solos reportaron más síntomas depresivos. Durante el periodo de monitorización de 7 años, 12.478 personas murieron y 5.731 personas tuvieron un ataque cardíaco por primera vez mientras que 3.471 sufrieron un ataque cerebral por primera vez.

El aislamiento social se asoció con un 43 por ciento más de riesgo de ataque cardíaco por primera vez, cuando se tuvieron en cuenta la edad, el sexo y la etnia. Pero cuando se agregaron factores conductuales, psicológicos, de salud y socioeconómicos a la combinación, estos factores explicaron la mayoría (84 por ciento) del aumento del riesgo, y la asociación inicial ya no fue significativa.

En este sentido, el aislamiento social se relacionó inicialmente con un aumento del 39 por ciento en el riesgo de un accidente cerebrovascular por primera vez, pero los otros factores de riesgo convencionales representaron el 83 por ciento de este riesgo. Se observaron resultados similares para la soledad y el riesgo de ataque cardíaco o accidente cerebrovascular por primera vez.

Alrededor de un cuarto de todos los accidentes cerebrovasculares son recurrentes, y sugieren que el tratamiento de los factores de riesgo convencionales entre los solitarios y aislados podría ayudar a evitar nuevos ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares.