Este fenómeno trae consigo importantes riesgos para la visión por la gran luminosidad del sol y la radiación ultravioleta que genera si no se toman unas medidas necesarias, según los expertos.

De esta forma, han advertido de estos riesgos a pesar de no ser conscientes, ya que en un eclipse se tiene la sensación de que el sol no provoca molestia alguna al estar oculto. Sin embargo, ha explicado que cuando empieza a brillar de nuevo y la pupila está dilatada, la retina puede sufrir daños temporales o permanentes en función de la intensidad de la luz recibida y del tiempo de exposición.

Los niños son especialmente vulnerables ya que sus ojos son más sensibles a las radiaciones ultravioletas, al igual que las personas con problemas de visión y aquellos que han consumido alcohol y drogas, debido a que corren un alto riesgo por la dilatación de las pupilas.

Por eso, si aparecen molestias oculares, una mancha en el centro de la mácula o se nubla la visión, hay que acudir a urgencias.

Como regla general, nunca se debe observar el sol directamente, ni a simple vista, ni con gafas de sol, ni con filtros solares que no estén destinados a este fin. También recomiendan no usar instrumentos caseros como las radiografías, negativos fotográficos o cristales ahumados.

De otra forma, los expertos señalan que las gafas de eclipse adquiridas en establecimientos de óptica están diseñadas en especial para disfrutar de este tipo de fenómenos, aunque en ningún caso se recomienda utilizarlas durante más de 30 segundos seguidos.

Además, señalan que las gafas tienen que estar homologadas para la observación solar, prescritas por un óptico-optometrista y deben ser siempre utilizadas siguiendo las instrucciones al pie de la letra. Estas gafas no deben tener más de tres años porque posiblemente no cumplan el actual estándar de seguridad.

El eclipse de sol se puede contemplar de forma más segura observando su imagen proyectada a través de los agujeros realizados en una cartulina creando una cámara oscura. Por ejemplo, la imagen conseguida sobre una pared o un techo, con un espejo plano cubierto enteramente con un papel, al que se ha recortado un agujero de menos de 1 centímetro de diámetro, pero nunca su reflejo en el espejo directamente.