Un gen conocido como TBK1 podría abrir la puerta a futuros tratamientos para el control de la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), tras descubrirse que sus mutaciones pueden derivar, tanto en resultados positivos, como negativos.

El análisis de TBK1 en ratones ha demostrado, como adelantan los investigadores de la Universidad de Columbia, que ciertos fármacos o terapias contra la ELA pueden variar dependiendo del avance de la enfermedad. Esto se debería a que la enfermedad en cuestión, así como otras patologías neurodegenerativas, involucra un gran número de tipos celulares que se ven modificados.

A medida que la enfermedad progresa, un medicamento que en sus primeras fases podía resultar beneficioso, puede convertirse en un agravante de la misma, por las mutaciones que hayan podido producirse.

En el caso de TBK1, se trata de uno de los genes relacionados con la aparición de ELA, en el momento en que fallan sus funciones. No obstante, como confirman los autores del estudio, al insertarse este gen con diferentes mutaciones en ratones, no se conseguían observar alteraciones relacionadas con la enfermedad.

Sin embargo, al insertarse en un tipo de ratones con ELA ya desarrollada, se pudo observar una aceleración en el avance de la enfermedad. Aunque solo en las fases iniciales. Puesto que, a medida que la patología avanzaba, y en comparación con otros grupos de ratones analizados, las mutaciones en TBK1 reducían el riesgo de muerte hasta un 25%.

De esta forma, podría probarse que ciertos mecanismos relacionados con la alteración genética influyen de distinta forma a la hora de tratar enfermedades neurodegenerativas, dependiendo de su avance.