A través de un nuevo estudio del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) se ha descubierto la forma de predecir y determinar la longevidad de distintas especies animales. Hasta ahora, algunas investigaciones afirmaban que la longitud de los telómeros, es decir, los extremos de los cromosomas que se encargan de proteger los genes, podrían utilizarse para intentar averiguar la esperanza de vida de las especies animales.

Sin embargo, un nuevo estudio desarrollado en nuestro país ha desvelado que si bien los años que puede vivir cualquier animal estarían determinados por los telómeros, no sería su extensión la encargada de ofrecer esta información. Por el contrario, como declaran los autores del estudio que se ha realizado en colaboración con el Zoo Aquarium de Madrid y la Universidad de Barcelona, sería “el ritmo de acortamiento de los telómeros, el predictor de la duración de la vida de las especies”.

Para el estudio se han analizado y comparado los telómeros de ratones, cabras, delfines, gaviotas, renos, buitres, flamencos, elefantes y humanos, y se ha revelado que las especies cuyos telómeros se acortan más rápido viven menos. Los investigadores aseguran que “la ecuación puede usarse para predecir la longevidad de las especies partiendo únicamente del ritmo de acortamiento de los telómeros”. De hecho, la precisión aumenta de manera significativa si se usa la longevidad media de la especie; 79 años en el caso de los humanos, en lugar de la máxima; en este caso 122 años.

La función protectora de los telómeros supone que cada vez que las células se multiplican para reparar distintos daños, estos se hagan más cortos. Por lo que, a la largo de la vida de cualquier especie, pueden llegar a acortarse de tal forma y hasta tal punto, que no puedan regenerarse más. En estos casos, las células dejarían de funcionar con normalidad.

Para la investigación se ha usado la sangre de distintos ejemplares de nueve especies diferentes. En el proceso se midieron los telómeros de animales de edades variadas, lo que llevó a la conclusión de que la velocidad de acortamiento de estos extremos cromosómicos predice con bastante exactitud la longevidad de las especies, y de una manera mucho más precisa que otros parámetros considerados hasta ahora, como el peso corporal o el ritmo cardíaco.