El tren es una de las mejores opciones para viajar. Contamina menos que el coche y el avión, además es capaz de transportar a cientos de personas en un mismo trayecto.

Somos ciudadanos del mundo y cuando nos vamos de vacaciones deberíamos tratar el entorno igual que el nuestro.

En los hoteles habría que tener el mismo cuidado como el que tenemos en nuestra propia casa, porque aunque nosotros no lo pagamos, el planeta sí.  Reutilizar las toallas, apagar la luz si no la estamos utilizando y no abusar de la calefacción o el aire acondicionado son algunos gestos que no deberíamos olvidar si queremos ser responsables.

Si estamos cansados de caminar o el trayecto es demasiado largo para ir a pie, utilizar el transporte público es la forma menos contaminante para trasladarnos de un sitio a otro.

Si tenemos hambre, consumir productos locales siempre favorecerá el negocio local y se evita la contaminación que genera el transporte de las mercancías. Tampoco dejemos de reciclar porque nos encontremos en otra ciudad u otro país.

En definitiva, salir de viaje no significa que no respetemos el entorno.