La rentabilidad de las cáscaras de pistacho será utilizada para satisfacer las necesidades de una ciudad ecológica en el suroeste de Turquía. El ambicioso proyecto, que tiene una duración de cinco años, acogerá a más de 200.000 personas y cubrirá un espacio de unas 3.200 hectáreas ubicadas entre las ciudades de Gaziantep y Kilis.

¿Cómo se adaptarán las cáscaras de pistachos a la ciudad? Las cáscaras de estos frutos secos serán aprovechadas al darles un uso energético como matería orgánica, es decir, como fuente de energía renovable. En definitiva, se busca obtener biogás a partir de la quema de las mismas.

La capacidad de las cáscaras de pistacho supone el 50 por ciento de la energía requerida y cubrirá necesidades de luz y calefacción gracias a una planta de energía de biomasa alimentada con estos desechos vegetales.

La idea de emplear pistachos como fuente de energía  surge de las investigaciones de la empresa de ingeniería medioambiental  francesa Burgeap.

En su primera fase se ejecutará un proyecto piloto en 55 hectáreas, combinando el biogás para la calefacción con la energía solar y eólica, en un intento de dar forma a una idea poco convencional de lo que suele considerarse un plan de energía sostenible para una colectividad o ciudad.

La ciudad de Gaziantep cuenta con varios proyectos basados en el sistema de eficiencia y ahorro energético, tales como tejados verdes, paneles solares o sistemas de recogida de agua de lluvia entre otros.

Una idea inteligente y verde que convertirá la parte que nadie quiere de este nutritivo fruto en una fuente de energía limpia.