El 28% de las personas con mascotas sobrevive a ataques cardiacos, comparado con solo el 6% de los que sobreviven pero que no tienen ningún animal de compañía. 

Además, en adultos de entre 50 y 83 años con hipertensión leve, la presencia de un perro está asociada a una baja presión sanguínea sistólica y diastólica, mientras que la de un gato a un baja presión diastólica y alta presión sistólica durante las actividades normales diarias de los propietarios.

Pero no sólo los animales de compañía benefician a la salud cardiaca si no que, también, a la salud general, dado que se ha demostrado que las personas que los tienen visitan con menor frecuencia al médico y utilizan menos medicación.

Por otro lado, se se ha demostrado que las personas que conviven con mascotas tienen respuestas fisiológicas más saludables al estrés, incluida una menor frecuencia cardiaca basal, una menor presión arterial, menos reactividad cardiovascular y una mayor recuperación al estrés leve.

Todos estos resultados han sido, además, corroborados por la Asociación Americana del Corazón, quien ha publicado una declaración científica que apoya el papel que las mascotas pueden desempeñar en la disminución del riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.