Un total de 58 países ya han legislado contra este tipo de grasas, protegiendo así a más de 300 millones de personas, pero todavía hay más de 100 países que no han llevado a cabo ninguna iniciativa para eliminar estas sustancias dañinas en los alimentos.

El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus ha señalado que "en un momento en el que todo el mundo está luchando contra la pandemia de la Covid-19, debemos hacer todo lo posible para proteger la salud de las personas. Esto debe incluir todas las medidas posibles para prevenir la aparición de enfermedades no transmisibles que pueden ser más susceptibles al coronavirus y causar una muerte prematura".

Quince países representan dos tercios de las muertes mundiales vinculadas a la ingesta de grasas trans. Cuatro de ellos,- Canadá, Leotonia, Eslovenia y EEUU,- han puesto en marcha políticas de mejores prácticas como limitar hasta el 2% las grasas trans producidas industrialmente, o prohibir aceites parcialmente hidrogenados.

Sin embargo, Azerbaiyán, Bangladesh, Bután, Ecuador, Egipto, India, Irán, México, Nepal, Pakistán y República de Corea, aún deben tomar medidas urgentes.

La OMS considera que las regulaciones que establecen estándares para múltiples países se están volviendo cada vez "más populares" y emergen como una estrategia prometedora para acelerar el proceso hacia la eliminación mundial de las grasas trans para 2023.

En 2019, la Unión Europea aprobó una política de mejores prácticas y los 35 países de la Región de las Américas de la Organización Panamericana de la Salud aprobaron un plan de acción para eliminar estas grasas en 2025.

"Con la recesión económica mundial, los países buscan las mejores compras en salud pública. Hacer que los alimentos no contengan grasas trans salva vidas y ahorra dinero", asegura el presidente y director ejecutivo de Resolve to Save Lives, Tom Frieden.

La OMS recomienda que la ingesta de este tipo de grasas se limite a menos del 1% del consumo energético total, lo que se traduce a menos de 2,2 gramos al día en una dieta de 2000 calorías.

Para lograr un mundo sin grasas trans en 2023, la OMS recomienda que los países implementen políticas de mejores prácticas, establezcan límites obligatorios, inviertan en laboratorios para medir las grasas de los alimentos y pongan en marcha regulaciones sobre su producción.